Maya, excristiana, Polonia


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Viví en Polonia la mayor parte de mi vida. En general, se trata de un país en el que la gente carece de respeto hacia las religiones extranjeras, la mayoría de las personas discrimina a los demás solo por ser diferentes, y los musulmanes están entre quienes llevan la peor parte. Nunca pensé que entraría al Islam, pero lo hice, y voy a relatar ahora mi viaje espiritual. Comienza en 2008 cuando me trasladé al Reino Unido. En general, es muy distinto de Polonia, la gente respeta más la "diversidad religiosa", aunque todavía afronté algo de racismo y de discriminación religiosa. Estaba en Inglaterra, donde conocí a muchos musulmanes que realmente me inspiraron.

Muchos caucásicos de Europa ven a las musulmanas que cubren su cabello, cuerpo y rostro como si fueran malas. Yo era diferente, era muy respetuosa y de mente abierta, y estaba dispuesta a conocer más del Islam. Mi familia no compartía mi interés en el Islam ni lo apreciaron, pero a pesar de eso me adentré en las enseñanzas islámicas y quedaba gratamente sorprendida y maravillada cada vez que encontraba cosas nuevas. A veces las cosas se ponían difíciles y temía lo que otros pensaran o dijeran sobre mi interés en esta bella religión. Hoy en día, miro atrás con cariño a todos esos individuos que compartieron trozos de la fe islámica conmigo, fueron realmente ellos los que me presentaron esta religión.

El 7 de octubre de 2012 me sentía diferente de lo usual y realmente quería ir a una masyid (mezquita). Aunque tenía planeado convertirme al Islam desde dos años atrás, sabía que ese día algo especial iba a ocurrir. Le pedí a una de mis amigas más cercanas que me llevara a la masyid, me puse un velo y un yilbab. Dos de las amigas musulmanas que me apoyaban se ofrecieron a acompañarme, yo sabía que iba a hacerme musulmana en ese momento, las familias de mis amigas vinieron también. Cuando llegamos a la mezquita, me quité los zapatos e ingresé a la zona de oración. Vi mujeres inclinándose y las lágrimas mojaron mi rostro, a sabiendas de que esa gente estaba adorando a Al‑lah (Dios Todopoderoso). No pude rezar porque no sabía cómo hacerlo, pero me incliné también y traté de seguirlas. No podía mantener las lágrimas en mis ojos, mientras escuchaba la hermosa voz del imam. Cuando la oración terminó, mis amigas me dijeron que veríamos pronto al imam.

Seguí a mis dos amigas escaleras arriba y antes de entrar en su despacho, me detuve y apenas pude hablar, pero traté de decir: "Al fin voy a hacerlo…". Realmente no tenía palabras. Entramos en la habitación con los familiares de mis amigas, quienes se sentaron a mi alrededor mientras una amiga mía sostenía mis manos entre las suyas. Miré al imam y sonreí. Él hablaba árabe, así que mi amiga me traducía, ella dijo: "Maya, vas a decir ahora la shahadah…". Las lágrimas volvieron a inundar mis ojos, pero estaba lista. Repetí con el imam palabra tras palabra, y mientras lloraba y gimoteaba, toda la habitación, que estaba llena de mujeres y niños, estaba llorando. Podría decir que hasta el imam estuvo emocional en cierto momento. Después de unos instantes, ya estaba hecho. Me sentía orgullosa pero al mismo tiempo trastornada, sabía que no todo el mundo estaría feliz con mi decisión y me sentí mal por tener que ocultarla. Esta es una relación entre una persona y Al‑lah, así que traté de mantenerme fuerte.

Actualmente (2013) sigo siendo una musulmana feliz y me encanta aprender sobre mi religión, el Islam. Hasta ahora, mi familia no sabe que ya no soy cristiana. A veces confronto a la gente que es racista y poco amable, pero pienso en Al‑lah y en lo afortunada que soy, y sigo feliz. Tengo gente que me mantiene fuerte y feliz hasta hoy día. Nunca podré agradecer suficiente a todos aquellos que me ayudaron, mi futuro esposo y mis amigas Nur e Imán, y la familia de Imán. 

Un consejo para quienes quizás están confundidos y están pensando en hacerse musulmanes: por favor, háganlo antes de que sea tarde. In sha Al-lah (si Dios quiere) la vida se les facilitará.

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