La Crucifixión I


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La Crucifixión I

 


 

De todos los misterios cristianos, ninguno tiene un rango tan elevado como el concepto de la crucifixión de Cristo y su sacrificio expiatorio. De hecho, los cristianos basan su salvación en este principio de fe. ¿Y no deberíamos hacerlo todos, si realmente ocurrió?


Si es que realmente ocurrió.

Ahora bien, yo no sé a ustedes, pero a mí me suena muy bien el concepto de que Jesucristo fue sacrificado para expiar los pecados de la humanidad. ¿Y no debería ser así? Es decir, si podemos confiar en que alguien pagó por todos nuestros pecados, y que podemos ir al cielo sólo por ese concepto, ¿no deberíamos cerrar ese trato de inmediato?


Si es que realmente ocurrió.

Así que echemos un vistazo a esto. Se nos dice que Jesucristo fue crucificado. Pero igualmente se nos han dicho muchas cosas que después han resultado ser dudosas o incluso falsas, por lo que sería tranquilizador si pudiéramos verificar el hecho.

 


Así que preguntémosles a los testigos. Preguntémosles a los autores de los evangelios.

¡Ah, hay un problema! No sabemos quiénes son los autores de los evangelios. Este es un misterio cristiano menos popular (es decir, muchísimo menos popular), el hecho de que todos, los cuatro, evangelios del Nuevo Testamento son anónimos[1]. Nadie sabe quién los escribió. Graham Stanton nos dice: “Los evangelios, a diferencia de la mayoría de los escritos grecorromanos, son anónimos. Los títulos familiares que dan el nombre de un autor (Evangelio Según…) no son parte de los manuscritos originales, sino que fueron agregados a comienzos del siglo II” [2].


¿Agregados en el siglo II? ¿Por quién? Lo creas o no, también por un anónimo.

Pero olvidemos todo eso. Después de todo, los cuatro evangelios son parte de la Biblia, por lo tanto, debemos respetarlos como Escritura, ¿verdad?

 


¿No es cierto?

Bueno, tal vez no. Después de todo, el Diccionario de la Biblia para el Intérprete declara: “Es seguro decir que no hay una sola frase en el Nuevo Testamento en la que la traducción de manuscritos sea completamente uniforme” [3]. Esto, en adición a las ya famosas palabras de Bart D. Ehrman: “Posiblemente es más fácil poner el tema en términos comparativos: Existen más diferencias en nuestros manuscritos que las palabras que hay en el Nuevo Testamento” [4].

 

Sorprendente. Es difícil de imaginar. Por una parte, tenemos a Mateo, Marcos, Lucas y Juan diciéndonos… Oh, perdón. Quiero decir, tenemos a Anónimo, Anónimo, Anónimo y Anónimo diciéndonos… ¿Diciéndonos qué? ¿Qué es lo que nos dicen? ¿Acaso ellos pueden siquiera ponerse de acuerdo en lo que Jesús usó, bebió o incluso dijo? Después de todo, Mateo 27:28 nos dice que los romanos vistieron a Jesús con un manto escarlata. Juan 19:2 dice que era púrpura. Mateo 27:34 dice que los Romanos le dieron a Jesús vino mezclado con hiel amarga. Marcos 15:23 dice que estaba mezclado con mirra. Marcos 15:25 nos dice que Jesús fue crucificado antes de la tercera hora, pero Juan 19:14-15 dice que fue “alrededor de la sexta hora”. Lucas 23:46 dice que las últimas palabras de Jesús fueron: “Padre, en Tus manos encomiendo mi espíritu”, pero Juan 19:30 dice que fueron: “¡Está consumado!”


Ahora, espera un minuto. Los seguidores rectos de Jesús se habrían aferrado a su palabra. Por otro lado, Marcos 14:50 nos dice que los discípulos abandonaron a Jesús en el jardín de Getsemaní. Pero, bueno, algunas personas —no los discípulos, supongo, sino otras personas (anónimas, por supuesto)— se aferraron a su palabra, esperando algunas palabras de sabiduría como despedida, y escucharon… ¿cosas distintas?


Lo creas o no, después de este punto, los relatos del evangelio se hacen aún más inconsistentes.

 


Después de la supuesta resurrección, difícilmente encontramos un solo tema en el que los cuatro evangelios (Mateo 28, Marcos 16, Lucas 24, y Juan 20) coincidan. Por ejemplo:


¿Quién fue a la tumba?

Mateo: “María Magdalena y la otra María”.

Marcos: “María Magdalena, María la madre de Jacobo, y Salomé”.

Lucas: “María Magdalena, y Juana, y María madre de Jacobo, y las demás con ellas”.

Juan: “María Magdalena”.


¿Por qué fueron a la tumba?

Mateo: “A ver el sepulcro”.

Marcos: “Compraron especias aromáticas para ir a ungirle”.

Lucas: “Trayendo las especias aromáticas que habían preparado”.

Juan: No da razón alguna.


¿Hubo un terremoto (algo que nadie en la zona podría haberse perdido o haber olvidado)?

Mateo: Sí.

Marcos: No lo menciona.

Lucas: No lo menciona.

Juan: No lo menciona.


¿Bajó un ángel? (Es decir, por favor, ¿un ángel? ¿Debemos creer que tres de ustedes de algún modo se perdieron esta parte?)

Mateo: Sí.

Marcos: No lo menciona.

Lucas: No lo menciona.

Juan: No lo menciona.
 

¿Quién movió la piedra?

Mateo: El ángel (aquel al que los otros tres anónimos no vieron.)

Marcos: No dice.

Lucas: No dice.

Juan: No dice.


¿Quién estaba en la tumba?

Mateo: “Un ángel”.

Marcos: “Un joven”.

Lucas: “Dos hombres”.

Juan: “Dos ángeles”.


¿Dónde estaban?

Mateo: El ángel estaba sentado sobre una piedra, fuera de la tumba.

Marcos: El joven estaba dentro de la tumba, “sentado al lado derecho”.

Lucas: Los dos hombres estaban dentro de la tumba, y permanecieron al lado de ellas.

Juan: Los dos ángeles estaban “sentados el uno a la cabecera, y el otro a los pies, donde el cuerpo de Jesús había sido puesto”.

 

 


 



[1] Ehrman, Bart D. Lost Christianities [Cristiandades Perdidas]. p. 3, 235. Véase también Ehrman, Bart D. The New Testament: A Historical Introduction to the Early Christian Writings [El Nuevo Testamento: Introducción Histórica a los Primeros Escritos Cristianos]. p. 49.

[2] Stanton, Graham N. p. 19.

[3] Buttrick, George Arthur (Ed.). The Interpreter’s Dictionary of the Bible [Diccionario de la Biblia para el Intérprete]. Volumen 4. Nashville: Abingdon Press. 1962 (Impreso en 1996). pp. 594-595 (bajo la entrada: NT).

[4] Ibíd., The New Testament: A Historical Introduction to the Early Christian Writings [El Nuevo Testamento: Introducción Histórica a los Escritos Cristianos Tempranos]. p. 12.

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