Reflexiones de la Shari’ah, crisis económica mundial- 2- Conocer a Allah


Equipo del sitio

Al-lah Declara la guerra al interés y la usura:

 


Dice Al-lah (lo que se interpreta en español):

¡Oh, creyentes! Temed a Al-lah y renunciad a lo que os adeuden a causa de la usura, si es que sois, en verdad, creyentes. Y si no dejáis la usura, sabed que Al-lah y Su Mensajero os declaran la guerra; pero si os arrepentís, tenéis derecho al capital original, de esta forma no oprimiréis ni seréis oprimidos. [Corán 2:278-279]


La guerra que se señala en la aleya se presenta de varias formas en estos días, ataca los nervios de la gente, la felicidad, la tranquilidad y disminuye la bendición en la provisión, el dinero y la fuerza. El miedo y la inseguridad se han apoderado de todo el mundo, producto de la iniquidad de las instituciones financieras y las personas que detrás de ellas quisieron llenarse los bolsillos aprovechándose de la gente. La doctora Nancy Molitor, coordinadora de educación pública de la Asociación Americana de Psicología, afirmó: “Los records en el nivel de depresión y preocupación fueron rotos tras la crisis, nunca he visto nada parecido durante mis 20 años de práctica profesional”.


Al-lah Hará que todo lo que provenga de la usura no tenga ninguna bendición:

La pérdida de la bendición en los bienes es tanto material como abstracta, es decir, puede ser que el dinero no beneficie en nada a quien lo tenga o que este se pierda por completo, como pasó con los trillones de millones que se evaporaron en menos de cinco días de los fondos de pensiones de Estados Unidos; sin mencionar la cantidad impresionante de bancos que quebraron, los cuales contaban con fondos y ahorros de miles de millones de dólares, y aún así, no pudieron salvarse.

El usurero al final es castigado con la disminución o pérdida de sus bienes:

Dice Al-lah (lo que se interpreta en español):

Todo lo que deis[1] esperando ser retribuidos por los hombres con algo mejor, no será Recompensado por Al-lah. [Corán 30:39];

El Profeta Muhammad, sallallahu ‘alaihi wa sallam, dijo: “Quien de vosotros incremente su hacienda con la Riba (interés, usura), al final ésta disminuirá” [Ibn Mayah].

A los ojos de todo el mundo estas palabras se hicieron realidad[2], muchas de las grandes fortunas de varios millonarios alrededor del mundo se vieron mermadas, solo en el Reino Unido diez de sus potentados vieron un retroceso en el total de sus riquezas equivalentes a 40 millares de dólares; en los Estados Unidos, uno de los más grandes inversores perdía cada hora siete millones; en Rusia las cosas no eran mejores, las pérdidas anunciadas por un grupo de empresarios alcanzaron los 330 billones de dólares, dinero que representa el 62% del total de la fortuna de los rusos acaudalados…

El interés, la usura y los seguros:

La crónica de una crisis anunciada, fue señalada por el coctel de préstamos y seguros que fue promovido por el sistema económico occidental. Las más grandes y respetables firmas financieras de los Estados Unidos se desplomaron ante la hecatombe económica mundial, como el grupo Lehman Brothers Inc., las compañías hipotecarias Fannie Mae y Freddie Mac, y la aseguradora AIG, sin mencionar que varios de sus más grandes bancos corrieron con el mismo destino.

De la noche a la mañana, millones de estadounidenses se vieron amenazados con perder sus hogares porque no tenían los medios para cancelar las letras mensuales de sus hipotecas. Lo más irónico es que en la actualidad mucha gente no aprendió la lección, y siguen insistiendo en que hay que mantener los intereses sobre los préstamos, y que las deudas que se adquieren hay que asegurarlas con compañías de seguros.

El precio de la codicia:

La utilización de la necesidad de la gente para beneficiarse económicamente, es una de las causas evidentes que llevaron a que el sistema económico colapsara. Los bancos incrementaron el valor de sus préstamos hasta 60 veces más de la cantidad del capital real con el que contaban, todo por su ambición y deseos de incrementar sus ganancias, sin pensar en las consecuencias. No por nada algunos periódicos ponían en sus titulares: “Repróchense a sí mismos por codiciosos”.

El riesgo de negociar con fondos irreales:

      Esta crisis demostró la gran diferencia que existe entre contar con bienes reales, representados en mercancías, materias primas, productos y servicios, y entre los irreales como el dinero electrónico, cheques, tarjetas de crédito y cifras ficticias que se encuentran únicamente en la memoria de los ordenadores. Las astronómicas cifras que se lucían en las pantallas de los mercados bursátiles desaparecieron como por arte de magia, miles de miles de millones de dólares, desaparecieron de la noche a la mañana.

 



[1] En árabe la palabra es "Riba", incremento o usura. La aleya se referiría a lo que se da de más esperando un interés usurario por ello; sin embargo, para muchos comentaristas, aquí se refiere a un incremento permitido que consiste en que alguien, en una transacción, da espontáneamente más de lo que corresponde esperando algún beneficio por ello, o que alguien regale algo esperando algún beneficio a cambio, lo cual si bien es ilícito, no tiene ante Al-lah ninguna recompensa.

[2] Como musulmanes, no dudamos nunca de que lo que Al-lah y Su Profeta dicen se cumplirá; por esta razón, cuando nos advierten que algo va a suceder a consecuencia de las malas acciones, intentamos al máximo alejarnos de ellas, y cuando vemos que se hacen realidad, sabemos que es la justicia de Al-lah, Quien no es Injusto con nadie, son las personas las injustas consigo mismas.

 

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